Las catañadas en los pueblos de Salamanca
Cuando el otoño se adueña del paisaje, los pueblos de Salamanca vuelven a vestirse de fiesta con una de las más entrañables de sus tradiciones: «las castañadas», con los siguientes detalles y lugares
-Esta costumbre ,que hunde raíces en el pasado rural y en la memoria colectiva, renace con fuerza gracias a iniciativas y la implicación de comunidades locales, diputaciones y vecinos.
Table of Contents
Origen y significado
La fiesta de la castaña tiene diversos nombres según la zona: en las sierras de Béjar y Francia se habla de calbotadas o calbochadas. En muchos pueblos se relaciona con la víspera del Día de Todos los Santos, compartiendo espacio con elementos del “magosto”, donde se encienden hogueras y se asan castañas alrededor del fuego para reunirse y permanecer despiertos («para que los campaneros no se durmieran»)
También se vincula con remotos rituales de paso estacional y creencias populares —el fuego que ahuyenta espíritus, los frutos de la tierra como alimento simbólico— que el cristianismo fue adaptando a su calendario, dando a esta costumbre un carácter social y familiar.
En la provincia de Salamanca hay variantes específicas como el “calbote” (el fruto asado junto a la hoguera) y la “fiesta de los calvotes”, como ocurre en el municipio de Lagunilla, donde la plaza mayor se convierte en el epicentro de la celebración: se reparte la castaña (donada por el ayuntamiento), se asan en hogueras, se acompaña de carnes o bebidas, y los más jóvenes participan trayendo leña o disfrazándose.
La reactivación en 2025: la apuesta institucional
En 2025 la Diputación de Salamanca impulsa la III edición de las “Castañadas”, un programa que llevará estas celebraciones a 20 municipios de toda la provincia, de octubre a diciembre.
Cada jornada tendrá un carácter lúdico y educativo, con actividades para todos los públicos: cuentacuentos, juegos tradicionales, stands informativos sobre el oficio del castañero y un rincón específico llamado Rincón del Castañero, que pone en valor las labores tradicionales del cultivo, cuidado y recolección del castaño.
Además, en cada municipio participante se repartirán cerca de 50 kilos de castañas asadas para compartir con vecinos y visitantes.
Cómo se vive en los pueblos
En los núcleos rurales la castañada es un momento de encuentro intergeneracional. Se acostumbra a encender hogueras en la plaza principal, en rincones comunes o en los alrededores del pueblo, y familias y vecinos se reúnen alrededor del fuego para asar las castañas, compartir historias y mantener vivo el calor humano.
Se mezclan juegos tradicionales (bolos, lanzamiento, carreras), relatos populares, música, narraciones y a veces pasacalles. Con frecuencia también hay talleres explicativos sobre el proceso del castaño —plantación, enfermedades, recolección— para sensibilizar sobre su conservación.
El ambiente es íntimo, festivo pero pausado. La niebla del otoño, el humo del fuego y el olor de las castañas asadas contribuyen a pintar escenas nostálgicas: niños calentándose las manos, vecinos charlando al calor de las brasas, risas compartidas.
En muchas ocasiones, estas celebraciones coinciden o se superponen con Halloween o las festividades de Todos los Santos. Así, algunos pueblos adoptan elementos de distracción de estas fechas modernas: disfraces, luces, actividades para jóvenes, haciendo una mezcla entre lo tradicional y lo contemporáneo.
Ejemplos emblemáticos
-
Lagunilla: su “fiesta de los calvotes” es una de las más reconocidas en la provincia. Se celebra el fin de semana que coincide con Todos los Santos. El ayuntamiento dona las castañas, que se asan en hogueras en la plaza y se acompañan de carne asada.
-
Municipios varios: bajo el paraguas de la Diputación, en 2025 localidades como Martiago ya arrancaron la fiesta de la castañada.
-
También se insiste en que las localidades que no participaron anteriormente sean incluidas en esta edición para extender el alcance de la celebración.
Significado social y cultural
Las castañadas en los pueblos de Salamanca no son solo una fiesta gastronómica: son un ejercicio de memoria colectiva, de tradición compartida, de reafirmación de identidad rural. Al recuperar las viejas costumbres del fuego y la recogida, se revitaliza el vínculo con el territorio, con el árbol del castaño y con los saberes locales que a menudo están en riesgo.
Asimismo, estas convocatorias funcionan como motor social: traen actividad a pueblos pequeños, congregan vecinos, promueven el turismo local y fortalecen el sentido de comunidad.
En 2025, la apuesta institucional busca que no quede pueblo sin su hoguera, que cada municipio reciba su dosis de aroma otoñal y que la castañada no sea solo recuerdo, sino experiencia viva para nuevas generaciones.